Durante las fechas finales de cada año, los diferentes estudios de Hollywood ponen su maquinaria publicitaria a máxima potencia para intentar convencer a los académicos de la industría cinematográfica yanqui de que sus películas han sido las mejores de la temporada. Y los Oscars, que son el baremo oficial del éxito aceptado por todos ellos, harán públicas las nominaciones para su 79ª ceremonia el 23 de enero de 2007.
Como prueba tangible de lo contenta que ha quedado la Warner Bros. con el resultado final (artístico, no económico) de Superman Returns está el hecho de que se tome la molestia de hacer campaña por ella no sólo en las categorías téchicas, que era la más obvio, sino también en las más importantes: Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actor, Mejor Actor Secundario, Mejor Actriz Secundaria y Mejor Guión Adaptado.
Lo que está claro es que, a pesar de este voto de confianza, las esperanzas de la Warner de triunfar en la gala de entrega de premios no recaen precisamente en el hombre de las mallas azules y la capa roja sino en otros trabajos más «respetados» como Infiltrados de Scorsese o Cartas de Iwo Jima de Eastwood.